Autocuidado
Autocuidado y consumo
No podemos negarlo, el autocuidado está de moda. En las empresas, en los centros educativos, en los medios de comunicación… incluso en nuestros colectivos, las palabras cuidado y autocuidado están en el día a día.
Pero ¿Qué significan esas palabras en estos entornos? A veces, tenemos la sensación de que hablamos de autocuidado desde un punto de vista exclusivamente consumista, como si el único objetivo de «estar bien» fuera poder seguir «rindiendo», siendo eficaces. Parece como si el objetivo de este autocuidado fuera tomar un descanso, pero para seguir explotándonos (o auto-explotándonos).
Os invitamos a haceros algunas preguntas: Cuando pensáis en la palabra autocuidado ¿Qué se os viene a la cabeza? ¿Quizás un spa? ¿Un lugar de vacaciones en la otra punta del mundo? ¿Algo idílico? ¿Algo que nunca tiene que ver con cosas que hacemos en nuestro día a día?
Muchas veces por lo tanto, cuando queremos «auto-cuidarnos», nos hacemos miles de planes: yoga, playa, comida, actividades «relajantes»…. Nos cansamos incluso de auto-cuidarnos, pero al lunes siguiente volvemos a nuestra realidad, y poco tarda en explotar la burbuja.
¿No os parece que es como si fuéramos una familia que pasa 364 semanas al año trabajando hasta la extenuación, para irse luego una semana de vacaciones a todo trapo… una isla paradisiaca a gastarnos todo lo ganado?
«¿Qué entendemos como equipo por autocuidado?»
Nuestra filosofía
El autocuidado se basa en una estrategia de análisis, reflexión y acción, que nos permite incorporar cambios en nuestro estilo de vida aumentando con ellos la calidad de vida y preservando nuestra salud.
Esto que dicho así parece una tarea sencilla, pero va acompañada de un complejo proceso de trabajo personal, donde primero debo hacer consciente como cada cosa que hago, cada papel que desempeño en los ámbitos personal, social, y político, condiciona mi vida y tiene unas consecuencias sobre mi estado físico y psicológico.
Este proceso consta de tres fases: evidenciar, entender y elegir, que nos lleven a realizar una toma de decisiones saludables para aumentar o preservar nuestro estado de salud emocional y física.
Dicho proceso es un diálogo de la persona consigo misma, además de una profundización personal en sus propios anhelos y aspiraciones, desvelando la realidad de sus postergaciones y aventurando maneras para reconducir sus búsquedas individuales.
Todo esto debe concebirse dentro del conjunto de prácticas que promueven a la salud en su acepción más holística e integral, definiéndola como el estado de armonía física, psíquica y espiritual de la persona, coexistiendo en mutuo equilibrio con las entidades externas provenientes de la naturaleza y la sociedad, de tal manera que se propicie la sensación de pleno bienestar en cada individuo.
Por eso no hay procesos estándar, no hay actividades de autocuidado que sirvan para todas. Cada persona es un mundo, inserta en una realidad diferente, con unas necesidades diferentes. Y cada momento vital es único.
Análisis-Reflexión-Acción
En colectivo
Pero una persona defensora es parte de un colectivo. Si las prácticas de este colectivo no tienen en cuenta el cuidado colectivo, el trabajo individual tendrá menos impacto.
Para lograr un verdadero cuidado de los derechos de todas y todos, necesitamos una transformación desde las raíces, y eso nos incluye a nosotros/as mismos/as y a nuestros colectivos. Por eso el autocuidado es un modelaje de lo que queremos ver allá afuera, y en ese sentido es un acto político.
No podemos cambiar el mundo desde una estructura o una filosofía que nos oprime, porque estamos reproduciendo los mismos esquemas
Por ello el autocuidado es una apuesta política que nos compromete individual y colectivamente, que nos exige modificar los patrones que nos desgastan para hacer sostenibles los movimientos.
La Salud Integral
Abordamos la salud desde un enfoque intercultural, que nos ha llevado a hacer un reconocimiento de recursos humanos, terapéuticos y prácticas que sobrepasan los paradigmas del sistema de salud convencional y lo hacemos porque recibimos defensoras y defensores de diferentes lugares del planeta.
La salud tiene el desafío de generar espacios de comunicación y diálogo entre las diferentes culturas con el propósito de recoger la riqueza de conocimientos y saberes ancestrales y conjugarlos con los actuales.
¿Lujo o necesidad?
La defensa de los DDHH afecta la salud física, emocional, psicológica, mental, espiritual, además de las relaciones sociales de las personas defensoras. Y el estado emocional y de salud de cada integrante de una organización y movimiento afecta el desarrollo de la organización.
Para lograr un verdadero cuidado de los derechos de todas y todos, necesitamos una transformación desde las raíces, y eso nos incluye a nosotras mismas y a nuestros colectivos. El autocuidado es una apuesta política que nos compromete individual y colectivamente, que nos exige modificar los patrones que nos desgastan para hacer sostenibles los movimientos.
Las acciones que llevo a cabo cada día en mi trabajo, en mi vida, son importantes en mi auto-cuidado y el cuidado del colectivo en el que estoy.